miércoles, junio 28, 2006

 

La selectividad y los IES públicos


La media de aprobados ha descendido de manera muy poco significativa este año, se sigue rondando el 90%. La pregunta es: ¿existe una clara diferencia entre los resultados de los I.E.S. públicos y los privados o concertados?, mi respuesta es claramente que no.

La selectividad sigue siendo una prueba objetiva y totalmente anónima, no hay manera posible de que el examinador sepa de dónde procede el examen, ni siquiera sabe el sexo del examinado. Así debe ser, evidentemente. Estas pruebas son corregidas por profesores funcionarios a los que le son asignados unos 100-150 exámenes de su especialidad.

Pues bien, en la mayoría de los IES públicos el porcentaje de aprobados es elevadísimo, si bien es cierto que no todos los alumnos aprueban en junio como para poder examinarse del selectivo. Sin embargo, son frecuentes los insitutos privados o concertados de diversas índole que se estrellan con esta prueba. No diré nombres pero un prestigiosísimo y carísimo centro cercano a mi casa ha enviado 22 alumnos con el escandaloso resultado de 4 aprobados, evidentemente a esto no se le dará la más mínima publicidad. No nos engañemos, quien paga manda salvo en la selectividad donde sólo mandan los conocimientos.

El nivel de la enseñanza ha bajado mucho, pero no sólo en la pública. Esto no se dirá nunca lo suficiente. No quiero desprestigiar a nadie sólo exponer una realidad: en los IES españoles no se da una peor enseñanza, en términos generales, que en los privados o concertados. Sigo sin conocer un sistema más equitativo y justo que el actual para evitar discriminaciones económicas en la educación. Espero que no nos lo terminemos de cargar.

domingo, junio 25, 2006

 

Álvaro Vermoet Hidalgo

Seguramente se me pueda tachar de optimista pero creo que algo se está moviendo, por fin, en la educación española. Con gran agrado he descubierto entre la sección de opinión de Libertad Digital a Álvaro Vermoet Hidalgo. Nunca había oido hablar de él y tan sólo sé, a día de hoy, que es consejero del Consejo escolar de la comunidad de Madrid.

Tiene ya publicados cuatro artículos dedicados a la educación. Conoce perfectamente el panorama actual así como la ideología que subyace en la mente de nuestros pedabobos, lo cual resulta imprescindible. Espero que siga escribiendo mucho tiempo, lo hace francamente bien.

Es más que evidente, cuando se sale de la mentira oficial todos opinamos sorprendentemente parecido. Bienvenida sea otra voz más, y ya van unas cuantas, sobre todo cuando es de gran calidad y publicada en un medio de tantísimo alcance. No os lo perdáis.

lunes, junio 12, 2006

 

La enseñanza en el proyecto político del nacionalismo catalán(I)

En las dos décadas que van de los 70 a los 90 en Cataluña se da una situación «insólita»: los Institutos de Bachillerato llegan a competir, en calidad y en cantidad, con los centros privados. No solamente la escolarización se reparte de forma más o menos equitativa, sino que la presencia en las universidades catalanas de alumnos procedentes de ambas redes tiende a igualarse. Desde los barrios humildes de Barcelona y desde el cinturón industrial los Institutos de Bachillerato contribuyen a la «masificación» de la Universidad, llevando a la misma muchos hijos de trabajadores (castellanoparlantes la mayoría). Pero esta «insólita» situación no podía durar.

Y llegó «el cambio»

El año 1982 el Partido Socialista Obrero Español ganó las elecciones por mayoría absoluta. Para muchos ingenuos el gobierno «socialista» iba a ser la mejor garantía para la buena salud de la enseñanza pública española. La primera ley orgánica promulgada por este gobierno que afectaba a la enseñanza fue la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE). La mencionada ley provoco en un principio la oposición de la derecha religiosa y los sectores vinculados a la enseñanza privada, pero pronto cambiaron de opinión. La Iglesia no tardó en aceptarlo, y el nacionalismo catalán (y vasco) apoyaron políticamente el proyecto. Los dirigentes de CiU (ERC permaneció al margen del debate) se dieron cuenta en seguida que esta ley abría las puertas a la generalización de los conciertos educativos, es decir, poder mantener «sus» centros privados con fondos públicos.

Cuando el gobierno de Felipe González, de mano de su ministro José Maria Maravall, puso en marcha la segunda parte de su «Reforma», la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), el apoyo del nacionalismo catalán no fue solamente entusiasta, sino activo. Muchas de las ideas de la LOGSE tenían denominación de origen catalana, a través de personajes como el psicopedagogo Cesar Coll o la catedrática de latín y política nacionalista Carmen Laura Gil i Miró, que fue la última consejera de Educación de CiU antes de la victoria electoral del «tripartito».

El modelo educativo que se desprendía de la LODE y la LOGSE estaba hecho a medida para los proyectos sociopolíticos del nacionalismo catalán: aseguraba la financiación pública de los centros privados (laicos y religiosos), donde la burguesía catalana educaba a sus hijos, y donde se han formado todos los dirigentes políticos catalanes. Daba a la Generalidad amplia autonomía para gestionar los centros catalanes; a partir de aquí se podían poner en marcha políticas de inmersión lingüística, y también rocambolescas «experiencias docentes» (desastrosas) como los «créditos» trimestrales, de infausto recuerdo, naturalmente solo en los centros públicos.

Pero lo fundamental para el proyecto sociopolítico del nacionalismo catalán, digámoslo claramente, era la consolidación de una doble red de centros educativos. Una red privada concertada de centros laicos (para el sector «progre» de la burguesía) y religiosos (para el sector más conservador de la misma) y una red de institutos públicos que al tener que escolarizar obligatoriamente a todos los jóvenes hasta los 16 años se degradaba a servicio social, a guardería, a reformatorio, en definitiva, a contenedor social donde «gestionar» la marginalidad, la delincuencia juvenil o los problemas derivados de la inmigración creciente. Todo ello envuelto en una «cháchara» progresista y «políticamente correcta» que neutralizaba cualquier crítica.

José Alsina Calvés. IES Galileo Galilei. Barcelona
Publicado en la revista ANPE. Mayo 2006


Volvemos a traer un fragmento de un artículo del profesor Alsina, probablemente no será el último. Resulta sorprendente la cantidad de personas que han ido viendo venir el avieso proceso y que no se han cansado de decirlo. Habrá que seguir insistiendo porque es más que evidente que este sistema sólo gusta a unos pocos. ¿Realmente benefició al conjunto del país que se desmantelara la excelente red de institutos de bachillerato que existía en los años 80?


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